viernes, 22 de abril de 2016

Artículo "¿No dormir es un premio?" publicado en ElpuntAvui

Artículo "¿No dormir es un premio?" publicado en ElpuntAvui

Podéis leer el texto en catalán aquí:

@elpuntavui @ReformaHoraria @UniBarcelona @UBFacEcoiEmpres

A continuación el texto del artículo traducido al castellano:

¿No dormir es un premio?

Dr. Jordi Ojeda, - Universitat de Barcelona

"La publicidad fomenta el mensaje que dormir es algo negativo"

Vivimos en una sociedad muy poco concienciada de la importancia de dormir bien, tanto en el número de horas como en la calidad de éstas. La causa de haber llegado a esta situación es múltiple y compleja.

En primer lugar, desde hace más de cien años, desde que Thomas Edison iluminó nuestras vidas con la luz eléctrica, se empezó a gestar la idea de que dormir era perder el tiempo. En principio podría pensarse que es así, ya que aparentemente no hacemos nada mientras dormimos. La medicina se ha encargado de demostrar que ésto es un gran error: "El sueño es una función fisiológica fundamental para nuestra salud", afirma el Dr. Javier Albares, responsable de investigación de la Clínica del Sueño Estivill. "Si dormimos poco o mal tenemos más riesgo de padecer enfermedades infecciosas, enfermedades endocrinas como la diabetes, más riesgo de obesidad y sobrepeso, e incluso más riesgo de tener determinados tipos de cáncer", afirma. Además, una persona que ha dormido bien es más creativa, menos irritable y compulsiva, menos agresiva, tiene más empatía y presenta un mejor funcionamiento cognitivo en campos tan importantes como la memoria, la atención y la concentración. Y eso no es todo, una persona que no duerme lo suficiente presenta un menor rendimiento laboral y académico.

En el caso de niños y adolescentes el tema adquiere una especial importancia. Sabemos que un adolescente que duerme siete horas tiene la mitad de capacidad de resolver un problema matemático que uno que duerme nueve, que son las que debería. Un suspenso puede estar pidiendo más horas de sueño y no sólo más horas de estudio, que es lo primero que nos pasa por la cabeza como remedio. La falta de horas de sueño está directamente relacionada con el fracaso escolar, la depresión y ansiedad infantil, los trastornos del comportamiento y el consumo de drogas y estimulantes.

Teniendo todo ésto en cuenta, parece increíble que hoy en día continuamos despreciando la importancia del sueño. Y aún es más difícil de entender como las autoridades sanitarias permiten el uso frecuente de mensajes en los medios de comunicación en la que se transmite la idea positiva de dormir poco. Mensajes como "dormir es de cobardes" o "ya dormirás cuando estés muerto", habituales en nuestros medios, son similares en términos de salud a decir "fumar es beneficioso para la salud". En este segundo caso nos pondríamos las manos a la cabeza y las agencias de salud pública actuarían con contundencia, pero aquí siguen los peligrosos mensajes que desprecian el sueño.

Por otra parte, en algunas cadenas de televisión emiten programas que comienzan alrededor de las 22.30 horas (algunos incluso finalizan después de la medianoche) y que están dirigidos a un público familiar, en ocasiones protagonizados por concursantes o actores infantiles y juveniles. Ante esta oferta muchos padres y madres premian (o consienten) que sus hijos puedan permanecer frente al televisor, restando valor, de nuevo, a la importancia del sueño. Las televisiones lo saben y por eso lo programan, y la publicidad se selecciona pensando en este público objetivo. Pero, si un joven el fin de semana se va a dormir dos o tres horas más tarde de lo que lo hace los días laborables, aunque, suponiendo que logre dormir un número de horas suficiente alargando el sueño durante la mañana, esto llevará a dificultades para conciliar el sueño la noche del domingo, y una especial dificultad para levantarse el lunes por la mañana: "Este cambio de horario semanal altera sus ritmos circadianos internos, de manera parecida a lo que sucede en viajes transmeridianos (jet lag ) o en personas que trabajan a turnos ", constata la Dra. Trinidad Cambras, profesora de la Universidad de Barcelona y experta en cronobiología. Nuestro reloj biológico tiene verdaderas dificultades para adaptarse a estos cambios y las consecuencias sobre la salud son aún peores en la infancia. En definitiva, habrá jóvenes que ya empiezan la semana privados de sueño -no hay que olvidar que el sueño no se recupera y que son sometidos a cambios de horario desde una edad temprana, convirtiéndolos en habituales a los efectos de una especie de jet lag social.

El consejo es claro: hay que dar al sueño toda la importancia que tiene, es necesario aumentar nuestra capacidad de gestionar de forma racional nuestro horario a lo largo del día y a lo largo de los diferentes días de la semana, alcanzando unos hábitos saludables y aumentando nuestro rendimiento. Los horarios de acostarse y levantarse deben ser lo más regulares posible los siete días de la semana. Nuestro cerebro, nuestro reloj biológico, no entiende de laborables y fines de semana. Sólo una sociedad en la que se duerma bien será una sociedad sana. No dormir no es ningún premio.




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